martes, 16 de junio de 2009

La OEA

La Organización de los Estados Americanos (OEA) reúne a los países del hemisferio occidental para fortalecer la cooperación mutua en torno a los valores de la democracia, defender los intereses comunes y debatir los grandes temas de la región y el mundo. Es el principal foro multilateral de la región para el fortalecimiento de la democracia, la promoción de los derechos humanos y la lucha contra problemas compartidos como la pobreza, el terrorismo, las drogas y la corrupción. Juega un papel central en el cumplimiento de los mandatos establecidos para la región a través del proceso de Cumbres de las Américas.Con cuatro idiomas oficiales —español, francés, inglés y portugués—, la OEA refleja la rica diversidad de pueblos y culturas de todo el hemisferio. La Organización está compuesta por 35 Estados miembros: las naciones independientes de Norte, Sur y Centroamérica y el Caribe. La participación del gobierno de Cuba, un Estado miembro, ha estado suspendida desde 1962, por lo que participan activamente solo 34 países. Naciones de otras regiones del mundo participan en calidad de Observadores Permanentes, lo que les permite seguir de cerca los problemas que afectan al hemisferio.Los países miembros establecen políticas y objetivos por medio de la Asamblea General, que convoca a los ministros de Relaciones Exteriores de las Américas a un período ordinario de sesiones que se celebra todos los años. El Consejo Permanente, conformado por embajadores nombrados por los países miembros, se reúne periódicamente en la sede la OEA en Washington para ofrecer lineamientos sobre políticas y acciones vigentes. La Secretaría General de la OEA pone en práctica los programas y políticas establecidas por los organismos políticos. El Secretario General y el Secretario General Adjunto son elegidos por los Estados miembros y cumplen un mandato de cinco años. El Secretario General José Miguel Insulza, quien asumió su cargo el 26 de mayo de 2005, realizó una reestructuración de la Secretaría General para que se puedan atender de manera más eficaz las prioridades de los países miembros. Bajo esta estructura, cuatro Subsecretarías especializadas coordinan los esfuerzos de la OEA en las siguientes áreas:• Subsecretaría de Asuntos Políticos – Dirige los esfuerzos de la OEA para promover la democracia, fortalecer la gobernabilidad y prevenir las crisis políticas.• Subsecretaría de Seguridad Multidimensional – Coordina las acciones de la OEA en la lucha contra el terrorismo, las drogas ilícitas y otras amenazas a la seguridad pública.• Secretaría Ejecutiva para el Desarrollo Integral – Incluye áreas que promueven el desarrollo social, desarrollo sostenible, comercio y turismo, así como educación, cultura, ciencia y tecnología. Maneja, además, el seguimiento a las reuniones ministeriales sobre numerosos temas.• Subsecretaría de Administración y Finanzas – Provee servicios de apoyo a la Secretaría General, en materia de recursos humanos, información y tecnología, asuntos presupuestarios y otros.• Departamento de Asuntos Jurídicos Internacionales – Promueve la cooperación jurídica entre los países miembros, ofreciendo apoyo en la elaboración e implementación de tratados internacionales.Otros departamentos, oficinas y agencias, como los organismos interamericanos para la protección de los derechos humanos y el Departamento de Cumbres de las Américas, están bajo la administración directa del Secretario General. El Secretario General Adjunto tiene bajo su cargo la supervisión de áreas administrativas y unidades especializadas, entre ellas las secretarías de la Comisión Interamericana de Mujeres, el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes, la Comisión Interamericana de Puertos y la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones.

fuente:http://www.oas.org/key_issues/spa/KeyIssue_Detail.asp?kis_sec=20

historia de la OEA

El 30 de abril de 1948, veintiún países del continente americano reunidos enBogotá, Colombia, adoptaron la Carta de la Organización de Estados Americanos(OEA), en la que afirmaban su compromiso con las metas comunes y su respeto por la soberanía de cada uno. Desde entonces y a través de los años, Canadá y las naciones del Caribe se han sumado a la OEA.Los principios consagrados por la OEA nacieron de una historia de cooperación regional que se remonta hasta el siglo XIX.• En 1826, el Libertador Simón Bolívar convocó el Congreso de Panamá con la idea de crear una asociación de Estados americanos.• En 1890, la Primera Conferencia Internacional Americana, celebrada en la ciudad de Washington, estableció la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas y su secretaría permanente, la Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, precursora de la OEA.• En 1910, esta organización se convirtió en la Unión Panamericana.• En 1948, en la Novena Conferencia Internacional Americana, los participantes firmaron la Carta de la OEA y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la primera expresión internacional de principios de derechos humanos.La transición de la Unión Panamericana a la OEA se realizó sin tropiezos. El Director General de la Unión Panamericana, Alberto Lleras Camargo, se convirtió en el primer Secretario General de la OEA.Fechas importantes1959–Creación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).1961–Firma de la Carta de Punta del Este, mediante la cual se puso en marcha la Alianza para el Progreso.1969–Firma de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, que entró en vigencia en 1978. La Convención estableció la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Costa Rica.1970–Establecimiento de la Asamblea General como principal órgano político de la OEA.1986–Creación de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD).1991–Adopción de la Resolución 1080, que establece mecanismos para tomar medidas ante amenazas contra la democracia en el hemisferio.1994–Primera Cumbre de las Américas, que reafirmó el papel de la OEA en el fortalecimiento de la democracia y estableció nuevas prioridades para la Organización.1996–Establecimiento del Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral (CIDI).1997–Ratificación del Protocolo de Washington, que otorga a la OEA el derecho de suspender a un Estado miembro cuyo gobierno democráticamente elegido haya sido derrocado por la fuerza.1998–Segunda Cumbre de las Américas y creación en la OEA de lo que ahora es el Departamento de Cumbres de las Américas.2001–Tercera Cumbre de las Américas. Los líderes del hemisferio instruyeron a la Asamblea General de la OEA que preparen una Carta Democrática Interamericana. Esta fue adoptada el 11 de septiembre en Lima, Perú.2002- Firma de la Convención Interamericana contra el Terrorismo durante la Asamblea de la OEA, celebrada en Barbados. (Entró en vigor en el 2003)2004- Cumbre Extraordinaria de las Américas sobre gobernabilidad, desarrollo social y crecimiento económico con equidad.2005- Toma de posesión de José Miguel Insulza como Secretario General de la OEA y Albert R. Ramdin como Secretario General Adjunto.2005- Cuarta Cumbre de las América.

fuente:http://www.oas.org/key_issues/spa/KeyIssue_Detail.asp?kis_sec=17

Holanda apoya etapa final del Desminado Humanitario en

C on el propósito de contribuir
con la finalización del Plan Nacional
de Desminado de Nicaragua,
el Reino de los Países Bajos, a través
de su Embajada en Managua,
Nicaragua, hizo entrega de una donación
de más de 1,1 millón de dólares
al programa de Acción Integral
contra Minas Antipersonal
(AICMA) de la Organización de los
Estados Americanos (OEA).
La significativa donación, contribuye
a convertir a Nicaragua y a toda
Centroamérica en la primera región
libre de minas. Además, de ser la
primera vez que un donante internacional
destina fondos hacia las
actividades de recuperación de terrenos
descontaminados.
La donación también complementa
contribuciones bilaterales al desminado
en Nicaragua por parte de
Japón y del Reino de Dinamarca.
El apoyo holandés se formalizó el
pasado 8 de junio en Managua, con
la firma del Embajador del Reino
de los Países Bajos, Lambert C.
Grijns, y el Representante de la
OEA en Nicaragua, Pedro Vuskovic
ante la presencia de los Embajadores
del Japón y de Dinamarca, y de
la Secretaria General del Ministerio
de Defensa y altos jefes militares.
“El Reino de los Países Bajos ha
considerado siempre que el desminado
debe enmarcarse en el contexto
del desarrollo nacional de
manera coherente e integrada, y da
cada vez más prioridad al desarrollo
socioeconómico, las actividades
productivas, en zonas limpiadas de
minas.” Dijo Grijns, al firmar el
acuerdo de apoyo.
El Representante de la OEA, Vuskovic,
indicó que “logramos este día
gracias al trabajo de remoción de
minas antipersonal de dedicados y
valientes soldados y oficiales del
Ejército de Nicaragua”.
El diplomático holandés también
expresó su satisfacción por “el trabajo
del Ejército como institución
profesional e independiente”. Además
de reconocer las contribuciones
de Dinamarca y el Japón.
La OEA ha proveído asistencia a Nicaragua,
durante los últimos 18 años,
en la remoción de más de 171.000
minas antipersonal sembradas, y en
la rehabilitación física y psicológica
de 1.144 sobrevivientes de accidentes
por minas.
De igual forma, el organismo hemisférico
provee asistencia a los programas
nacionales de desminado humanitario
en el cumplimiento de los
requisitos de la Convención de Ottawa.
Con la ayuda financiera de
Dinamarca, Japón y otros donantes,
la OEA apoyó hasta su conclusión
los programas de acción humanitaria
contra las minas en Costa Rica, Honduras
y Guatemala.
Al concluir el plan de desminado de
Nicaragua, la OEA espera continuar
en el 2010 con su apoyo a una unidad
de desminadores especialmente
preparados para responder a posibles
denuncias de áreas sospechosas
de contaminación y atender denuncias
relacionadas a la presencia de
artefactos explosivos y minas antipersonal
de la población.

fuente: departamento de prensa de la OEA

Nace iniciativa para mejorar la calidad y competitividad


E l programa lanzado recientemente
por la Organización
de los Estados
Americanos (OEA) y cinco
instituciones de República
Dominicana, busca mejorar
los procesos de calidad y
competitividad de los productos
elaborados por las
empresas de ese país, a través
de la creación de laboratorios
para medir resultados,
el fortalecimiento de las capacidades
técnicas y la capacitación
de los recursos
humanos.
El Especialista del Departamento
de Ciencia, Tecnología
e Innovación de la OEA,
Jorge Durán, explicó que la
iniciativa forma parte de un
programa regional para mejorar
la infraestructura de
calidad y que el “objetivo
principal es ayudar a mejorar
la competitividad e impulsar
las exportaciones de las
empresas dominicanas a
mercados globales”.

La implementación del proyecto
piloto de dos años, se
hará a través del fortalecimiento
de las capacidades
técnicas e infraestructuras
para certificar la calidad de los
productos, mediante herramientas
de medición; la capacitación
y entrenamiento de
los recursos humanos, y el
establecimiento de una red
virtual que permitirá armonizar
las normas de calidad en
la región.
El representante de la OEA
adelantó que en su primera
fase, el programa apoyará a
los sectores “cárnico y de
productos agrícolas, como
una muestra para motivar a
otros productores a seguir el
modelo”.
De igual forma, el Director de
Proindustria, Rubén Bichara,
precisó que el programa instalará
en el país una estructura
de calidad, que permitirá a

los empresarios manufactureros
criollos, competir con
los productos de los otros
países. “Queremos realmente
darle uso a los acuerdos, a
los tratados internacionales,
y para eso hay que tener las
condiciones para poder exportar”,
comentó.
El programa será implementado
también por el Centro
de Desarrollo y Competitividad
Industrial, la Dirección
General de Normas
(DIGENOR), la Asociación
Dominicana de Exportadores
(ADOEXPO), el Instituto de
Innovación en Biotecnología
e Industrias (IIBI), y el Centro
de Exportación e Inversión
de la Republica Dominicana
(DEI-RD).
fuente: departamento de prensa de la OEA

La Teoría de la Dependencia y el subdesarrollo latinoamericano

La Teoría de la Dependencia y el subdesarrollo latinoamericano

La Teoría de la Dependencia, como corriente de pensamiento, se configuró a mediados de los años sesenta,.a partir de un conjunto de trabajos elaborados y/o publicados entre 1964 v 1967, los cuales constituyeron dentro de la intelectualidad en América Latina una discusión extremadamente rica en relación con esta temática… La Teoría de la Dependencia partía de la CEPAL; pero lo hacía para afirmar, primero, que desarrollo y subdesarrollo no eran un continuum sino que, contrapuestos, eran dos realidades estructuralmente ligadas; una era la contrapartida de la otra. El subdesarrollo no era una etapa hacia el desarrollo, sino una expresión del desarrollo capitalista mundial... Lo que se desprendía de ello era que cuanto más se desarrollaba el capitalismo dependiente, más subdesarrollado era en el sentido de que más agudas eran sus deformaciones, sus desigualdades, sus injusticias, y no en el sentido de que no se podía desarrollar, corno se ha dicho incorrectamente... La dependencia no era algo superable en el marco del capitalismo, sino que el capitalismo la tornaba cada vez más profunda, más brutal: a más desarrollo capitalista, mas dependencia.
Ruy Mauro Marini


El marco histórico e intelectual del surgimiento de la Teoría de la Dependencia

En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial y en el marco de las teorías dominantes de las Relaciones Internacionales expresadas, fundamentalmente, en el Realismo Político, y otras como la Teoría General de Sistemas -y su enfoque
Conductista-y la Sociología histórica, surgió una diversidad de teorías y enfoques
económicos y políticos para explicar el "éxito" del desarrollo del capitalismo mundial, cuya expresión más diáfana fue la llamada Teoría del Desarrollo y la Modernización. Su principal ideólogo fue Walter W Rostov, con su obra Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto no comunista. Theotonio Dos Santos dice:

Él-Rostow- definió todas las sociedades precapitalistas como tradicionales. Este barbarismo histórico, que provocó la protesta de los historiadores serios, era necesario para resaltar los varios estadios del desarrollo que se iniciaron con el famoso take off, el "despegue" del desarrollo que había ocurrido en la Inglaterra de 1760, en los Estados Unidos de la posguerra civil, en la Alemania de Bismark, en el Japón de la restauración Meiji, etc. El problema del desarrollo pasó a ser así un modelo ideal de
acciones económicas, sociales y políticas interligadas que sucedería en determinados países, siempre que se dieran las condiciones ideales para su "despegue". Su libro se llamaba "un manifiesto anticomunista" y no ocultaba su objetivo ideológico. Trataba de demostrar que el inicio del desarrollo no dependía de un Estado revolucionario, como había sucedido en la URSS y sí, de un conjunto de medidas económicas tomadas por cualquier Estado nacional que asumiese una ideología desarrollista. En un libro posterior menos divulgado, Rostow defendía la necesidad de que este Estado desarrollista fuese un Estado fuerte. Sus trabaos como consultor de la CIA, fueron una de las principales referencias de las políticas de golpes de Estado modernizadores, llevados a cabo en las décadas del 60 y 70 a partir del golpe brasileño de 1964. El modelo de Rostow no sólo tenía un inicio común en la indiferenciada masa de las economías y sociedades tradicionales, en que el transformó los 6 000 años de historia de la civilización, sino que terminaba en la indiferenciada sociedad postindustrial, era de afluencia a la cual reducía el futuro de la humanidad, tomando como ejemplo los años dorados del crecimiento económico norteamericano de posguerra.


Sin embargo, hacia finales de los años cincuenta, surge un enfoque y una visión que se diferenciaban y contraponían a las teorías dominantes de las Relaciones Internacionales y, de manera particular, a la Teoría del Desarrollo y la Modernización. Esta perspectiva proviene de una concepción marxista de la historia y de la Teoría del imperialismo de inspiración leninista.
Este enfoque marxista, observando los profundos cambios y transformaciones en la economía y en la política del sistema internacional de los años cincuenta, tratará de exponer y demostrar que la persistencia del fenómeno imperialista y su análisis como proceso económico-social y concepción política capaz de explicar las agudas manifestaciones de desigualdad, dominación hegemonía que se dan en las relaciones internacionales en general, y atraso económico y el subdesarrollo en el llamado Tercer Mundo de modo específico en América Latina, en particular.

Así, mientras los enfoques y las teorías políticas, económicas y de las relaciones internacionales dominantes situaban los grandes problemas y obstáculos para el desarrollo económico de las sociedades -organización social, cultura, tradiciones e instituciones políticas, etc.- del llamado Tercer Mundo, los enfoques marxistas van a concebir y explicar lúcidamente el atraso y el subdesarrollo como una consecuencia directa del proceso de desarrollo del sistema capitalista mundial de su reproducción tendencial e histórica. En otras palabras, el atraso el estancamiento y la dependencia de los países de la periferia del sistema mundial resultado del proceso dialéctico de explotación que han experimentado estos países por las potencias centrales del capitalismo internacional.
Esta corriente marxista de pensamiento, representada en la escuela estadounidense por Paul Baran, Paul Sweezy, Harry Magdoff, Leo Huberm Michael Hudson, James O "Connor, Harry Braverman, Paul Mattick, Víctor Perlo, Michael Barratt Brown, Tom Kemp, Stephen Hymer, Maurice Dobb, Gabriel Kolko, Joyce Kolko y Benjamín J. Cohen; en la escuela francesa por Louis Althusser, Christian Palloix, Charles Bettelheim, Nicos Poulantzas, Ernest Mande; Pau1 Boceara, Jaques Valier y J. P Delilez y en la escuela llamada Tercermundista por Samir Amin, Pierre Jalée, Arghiri Emmanuel, Anuar Abdel-Malek, Hose Jaffe, y Giovanni Arrighi, se caracteriza por analizar, de manera general, al sistema mundial y a las relaciones económicas internacionales en tres niveles, a saber: 1) estudio del problema de la generación y la absorción del excedente económico cada vez mayor -plusvalía en el pensamiento de Marx, que consiste en la diferencia re lo que una sociedad produce y los costes de dicha producción-, es la piedra angular de la explicación de la fase actual del capitalismo imperialista; 2) centrar problemática actual del imperialismo en, según Palloix, la "realidad última": la momia mundial y el proceso de internacionalización del capital a través de las corporaciones transnacionales determinan estructuralmente las relaciones políticas económicas mundiales; y 3) quizás la más importante, ¿cómo funciona el capitalismo internacional? En el desarrollo e intercambio desigual de la economía internacional-ley del valor y la tasa de plusvalía en Marx-y en un contexto o proceso acelerado de acumulación capitalista a escala mundial, las formaciones económico-sociales capitalismo periférico -la africana, la asiática y la latinoamericana- son integradas, manera especializada según la rama de la producción, a la economía mundial en términos de explotación y dependencia. En síntesis, -el subdesarrollo y atraso de las sociedades y Estados nacionales periféricos del sistema internacional, son un efecto directo del desarrollo y expansión estructural del sistema capitalista mundial, y no tiene su origen en los problemas socioeconómicos y políticos internos de las sociedades del llamado Tercer Mundo.
En esta perspectiva y marco general surge -como algo propio, original y sustantivo- del pensamiento crítico social marxista latinoamericano una de las construcciones teóricas y epistemológicas más importantes de la teoría social en América Latina: la Teoría de la Dependencia y el subdesarrollo.
En palabras de Theotonio Dos Santos:


Ni Lenin, ni Bujarin, ni Rosa Luxemburgo, los principales elaboradores marxistas de la teoría del imperialismo, ni los pocos autores no marxistas que se ocuparon del tema, como Hobson, han enfocado el tema del imperialismo desde el punto de vista de los países dependientes. A pesar de que la dependencia debe ser situada en el cuadro global de la teoría del imperialismo, tiene su realidad propia que constituye una legalidad específica dentro del proceso global y que actúa sobre él de esta manera específica. Comprender la dependencia, conceptuándola y estudiando sus mecanismos, su legalidad histórica, significa no sólo ampliar la teoría del imperialismo sino también contribuir a su mejoría y reformulación. En suma, el estudio del desarrolló del capitalismo en los centros hegemónicos dio origen a la teoría del colonialismo y
del imperialismo. El estudio del desarrollo de nuestros países debe dar origen a la Teoría de la Dependencia."

En efecto, la Teoría de la Dependencia latinoamericana se diferencia de las otras teorías marxistas señaladas por lo siguiente: l) construir una reflexión histórica y estructural, frente al historicismo de Lis formulaciones teóricas preexistentes. Es decir, un marcado intento del pensamiento latinoamericano de analizar su propia realidad rechazando los enfoques y los modelos teóricos occidentales su vez, tratando de construir una nueva teoría latinoamericana del análisis del imperialismo -de la dependencia- a partir del estudio de sus efectos, control y ­hegemonía en las economías y políticas que ejercen sobre la mayoría de los países latinoamericanos; 2) porque dicho análisis se sitúa en la perspectiva de una praxis política revolucionaria, y confrontando con la misma se transforma dialécticamente y 3) por haber mostrado la existencia de una nueva fase dentro del capitalismo latinoamericano que se caracterizó por construir un capitalismo de Estado anclado en las grandes corporaciones transnacionales, lo que equivale a una total transformación de las relaciones clásicas de dependencia dentro de una nueva estrategia de la economía capitalista mundial.


Este salto cualitativo en el análisis del capitalismo dependiente latinoamericano es producto de más de un decenio de discusiones, tanto con los teóricos del desarrollismo y la modernización como con la ortodoxia marxista y revisionista, pero, sobre todo, es producto de una confrontación entre la teoría y la práctica política, de un profundo análisis de las reformas emprendidas por ciertos regímenes caracterizados de antiimperialistas y los movimientos sociales y revolucionarios que sacudieron a los países latinoamericanos durante las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX.
Entre los autores más destacados e importantes -en su mayoría latinoamericanos- que contribuyeron a la construcción de la Teoría de la Dependencia, se encuentran las reflexiones y el pensamiento de Adré Gunder Frank, Ernesto "Che" Guevara, Aníbal Quijano, Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra, Fernando Henrique Cardoso, Agustín Cueva, Julio Coder, Rodolfo Stavenhagen, Pablo González Casanova, Tomás Amadeo Vasconi, Octavio Ianni, Celso Furtado, Raúl Rebisch, Osvaldo Sunkel, Aldo Ferrer, Helio Jaguaribe, Franz Hinkelammert, Aníbal pinto, Enzo Faletto, Pedro Paz, María C. Tavares, Orlando Caputo, Luciano Mampa, Luciano Tomassini, Tomás Amadeo Vasconi, Constantino Váitsos, Gino Germall, Francisco Weffort, lames Petras, Maurice Zeittin, Gérard Pierre--Charles, Marcos Kaplan, Sergio de la Peña, Ernest Laclau y, en la continuidad y vigencia actual, Immanuel Wallerstein.



Es importante señalar aquí que si bien el desarrollo más significativo de la construcción y debate de la Teoría de la dependencia se dio desde el final de los años sesenta hasta el fin de la década de los años setenta en América Latina, la historia del pensamiento social -concretamente el pensamiento marxista- desde la última década del siglo XIX y, particularmente, las tres primeras décadas del siglo XX, produjo importantes interpretaciones filosóficas políticas sobre la realidad de las estructuras de dependencia social, cultural, económica y política de América Latina.''' Por ello, la historia del pensamiento crítico social marista en América Latina ha sido (y- sigue siendo), por un lado, la historia de una de las mayores aportaciones a la constitución teórica, metodológica.-y política de la realidad social, el conocimiento y la reflexión de las Ciencias sociales latinoamericanas y, por el otro, la más eficiente articulación operativa con el quehacer a la práctica política, económica, social, cultural y científica de América Latina.



Pensamiento latinoamericano de la Teoría de la Dependencia
Theotonio Dos Santos dice:
La Teoría de la Dependencia, que surgió en la América Latina en los años. 60, intenta explicar las nuevas características del desarrollo dependiente, que ya se había implantado en los países latinoamericanos. Desde los años 30, éstos se habían orientado en la dirección de la industrialización, caracterizada por la sustitución de productos indus­triales, importados de las potencias imperialistas, por los producidos en industrias nacionales. De inmediato, terminado el ciclo depresivo (caracterizado por dos guerras mundiales, una crisis global y la exacerbación del proteccionismo y el nacionalismo), se restablecía, a través de la hegemonía norteamericana, la integración de la economía mundial. El capital, concentrado en aquel momento en los Estados Unidos, se expandió hacia el resto del mundo en busca de oportunidades de inversiones que se concentraran en el sector industrial. En estos años de crisis, la economía norteamericana generalizó el fordismo como régimen de producción y circulación y dio inicio, incluso, a la revolución científico-tecnológica en los años 1940. La oportunidad de un nuevo ciclo expansivo de la economía mundial exigía la expansión de estas características económicas a nivel planetario. Esta fue la tarea que el capital internacional asumió, teniendo como base de operación la enorme economía norteamericana y su poderoso Estado nacional, además de un sistema de instituciones internacionales establecido en Bretton Woods. Esta nueva realidad respondía a la noción de que el subdesarrollo significaba la falta de desarrollo. Se abría el camino para comprender el desarrollo y el subdesarrollo, como el resultado histórico del desarrollo del capitalismo, un sistema mundial que producía al mismo tiempo desarrollo y subdesarrollo. Si la teoría del desarrollo y del subdesarrollo eran el resultado de la superación del dominio colonial y de la aparición de burguesías locales descosas de encontrar un camino que les permitiera participar en la expansión del capitalismo mundial, la Teoría de la Dependencia, surgida en la segunda mitad de la década de 1960-70, representó un esfuerzo crítico para comprender la limitación de un desarrollo iniciado en un periodo, histórico en que la economía mundial ya había sido constituida bajo la hegemonía de enormes grupos económicos y poderosas fuerzas imperialistas.

En efecto, esta corriente del pensamiento latinoamericano cuyos principales autores son, en su orientación teórica marxista, André Gunder Frank, Teodoro Dos Santos, Vania Bambirra y Ruy Mauro Marini y, en su enfoque reformista, a Fernando Henrique Cardoso se caracterizó por descubrir y analizar que las. relaciones económicas de América Latina con el mercado determinadas como centro-periferia, países desarrollados y países desarrollados, metrópoli-satélite; dominantes-dominados-, eran las relaciones causas estructurales-e históricas que explicaban la dependencia, el atraso, la desigualé social la pobreza extrema, el subdesarrollo y explotación económica de nuestra región...Ahora bien, cabe destacar que es André Gunder Frank el primer auto t¡ elaborar una reflexión rigurosa y crítica sobre la cuestión de la dependencia latinoamericana. En efecto, Gunder Frank desarrolla desde 1966, teórica y empíricamente, un nuevo paradigma crítico y analítico para comprender el atrila dependencia y la revolución social en América Latina: la Teoría del Desarrollo
del Subdesarrollo. Para Gunder Frank, desarrollo y subdesarrollo constituyen por tanto, dos elementos de un mismo proceso dialéctico, y que hace imposible dentro de las estructuras dependientes capitalistas de dominación la superación del subdesarrollo. Es decir, la integración de América Latina a la economía mundial el inicio de la historia colonial no produjo el esperado desarrollo económico, desarrollo del subdesarrollo. La obra de Gunder Frank, es una contribución importante para la comprensión y, sobre todo, la redefinición de nuestra realidad cuando da pruebas de que nuestra economía no se explica por el feudalismo, sino por el desarrollo del capitalismo comercial mundial; cuando demuestra que la dependencia el concepto clave para explicar el subdesarrollo... Ambos no encontramos del mismo lado, y en un proceso de elaboración, el suyo más avanzado que el mío, de una alternativa teórica destina a servir de base a la transformación revolucionaria de América Latina.



autor: Manuel Sosa Fuentes

PLAN ARIAS

A finales de 1980. Mientras que en El Salvador cada una de las partes en conflicto desarrollaban sus propias estrategias de guerra; Oscar Arias Sánchez, presidente de Costa Rica, promovía un plan de paz, para la región.
La iniciativa de Arias, conocida como el Plan Arias, diseñaba un procedimiento para establecer una paz firme y duradera en la región Centroamérica frente a la inestabilidad política que se vivía. El Plan le valió el Premio Nobel de l Paz.
El 7 de agosto de 1987, los presidentes de centroamericanos (Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras) firmaron un acuerdo conocido como ESQUIPULAS II. El convenio preveía la amnistía, alto el fuego, democratización y cese de la ayuda (de Estados Unidos y URSS-Cuba) a movimientos insurreccionales.
Puntos acordados por los cinco países:
"Asumir plenamente el reto histórico de forjar un destino de paz para Centroamérica.
"Comprometernos a luchar por la paz y erradicar la guerra.
"Hacer prevalecer el diálogo sobre la violencia y la razón sobre los rencores.
"Dedicar a las juventudes de América Central, cuyas legítimas aspiraciones de paz y justicia social, de libertad y reconciliación, han sido frustradas durante muchas generaciones, estos esfuerzos de paz.
"Colocar al Parlamento Centroamericano como símbolo de libertad e independencia de la reconciliación a la que aspiramos en Centro América".
Para verificar el proceso de paz, se creó la Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento conformada por los Secretarios Generales de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de las Naciones Unidas (ONU). Además, incluía a los Cancilleres de América Central, del Grupo de Contadora y del grupo de Apoyo.
La Comisión tendría las funciones de verificar y seguimiento al cumplimiento de los compromisos firmados por los países centroamericanos.
Un año después .... (1987)
Conclusión de la Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento
"No han prosperado en El Salvador, Guatemala y Nicaragua los llamamientos a las fuerzas irregulares o a los movimientos insurreccionales para acordar un cese del fuego, o en su caso acogerse a la amnistía e incorporarse a los procesos políticos en sus respectivos países" (Citado de ECA, marzo- abril, 1988).


FUENTE: http://www.elfaro.net/dlgalp/laguerra/planarias.asp

DESTINO MANIFIESTO

El Destino Manifiesto es una filosofía nacional que explica la manera en que este país entiende su lugar en el mundo y se relaciona con otros pueblos. A lo largo de la historia estadounidense, desde las trece colonias hasta nuestros días, el Destino Manifiesto ha mantenido la convicción nacional de que Dios eligió a los Estados Unidos para ser una potencia política y económica, una nación superior.
La frase “Destino Manifiesto” apareció por primera vez en un artículo que escribió el periodista John L. O’Sullivan, en 1845, en la revista Democratic Review de Nueva York. En su artículo, O’Sullivan explicaba las razones de la necesaria expansión territorial de los Estados Unidos y apoyaba la anexión de Texas. Decía: “el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”.

Muy pronto, políticos y otros líderes de opinión aludieron al “Destino Manifiesto” para justificar la expansión imperialista de los Estados Unidos. A través de la doctrina del Destino Manifiesto se propagó la convicción de que la “misión” que Dios eligió para al pueblo estadounidense era la de explorar y conquistar nuevas tierras, con el fin de llevar a todos los rincones de Norteamérica la “luz” de la democracia, la libertad y la civilización. Esto implicaba la creencia de que la república democrática era la forma de gobierno favorecida por Dios. Aunque originalmente esta doctrina se oponía al uso de la violencia, desde 1840 se usó para justificar el intervencionismo en la política de otros países, así como la expansión territorial a través de la guerra, como sucedió en 1846-48 en el conflicto bélico que concluyó con la anexión de más de la mitad de territorio mexicano.

Se ha dicho que el aspecto positivo de esta doctrina tiene que ver con el entusiasmo, la energía y determinación que inspiró a los estadounidenses para explorar nuevas regiones, especialmente en su migración hacia el oeste. También dio forma a uno de los componentes esenciales del “sueño americano”: la idea de que se pueden obtener la libertad y la independencia en un territorio de proporciones ilimitadas. En cambio, las consecuencias negativas son de lamentar: la intolerancia hacia las formas de organización social y política de otros pueblos, el despojo, exterminio y confinamiento de los pueblos indios de Norteamérica a reservaciones, guerras injustas y discriminación.

FUENTE: http://sepiensa.org.mx/contenidos/historia_mundo/siglo_xx/eua/destino_man/des_man1a.htm

lunes, 8 de junio de 2009

Nuestra América

José Martí
Publicado en: La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891.El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891.
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete legua! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.
A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos! ¿Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington que les hizo esta tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia? ¡Estos «increíbles» del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa, danzando y relamiéndose, arrastraban las erres!
Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyès no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.
Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras esta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los tiranos de América al poder; y han caído en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador.
En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se administra en acuerdos con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver.Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.
Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, venimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México la república, en hombros de los indios. Un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye la libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América contra España al general de España. Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la arremetida épica zapaban, con la cautela felina de la especie y el peso de lo real, el edificio que habían izado, en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica de las colonias resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota y potro, o los redentores bibliógenos no entendieron que la revolución que triunfó con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella, entró a padecer América, y padece, de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local, el gobierno lógico. El continente descoyuntado durante tres siglos por un mando que negaba el derecho del hombre al ejercicio de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los ignorantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que tenía por base la razón; la razón de todos en las cosas de todos, y no la razón universitaria de unos sobre la razón campestre de otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu.
Con los oprimidos había que hacer una causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros -de la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de la raza aborigen-, por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por los ojos.
Pero «estos países se salvarán», como anunció Rivadavia el argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos; al machete no le va vaina de seda, ni el país que se ganó con lanzón se puede echar el lanzón atrás, porque se enoja y se pone en la puerta del Congreso de Iturbide «a que le hagan emperador al rubio». Estos países se salvarán porque, con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía serena de la Naturaleza, en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio en que se empapó la generación anterior, le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real.
Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar a sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre la olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letrado, y el prebendado. La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza, coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego de triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa e inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. «¿Cómo somos?» se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república. El tigre de adentro se echa por al hendija, y el tigre de afuera. El general sujeta en la marcha la caballería al paso de los infantes. O si deja a la zaga a los infantes, le envuelve el enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas, la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la Naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad en sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va cargada de idea. Los gobernadores, en las repúblicas de indios, aprenden indio.
De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pompa de jabón; el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril. Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña. Y como los pueblos viriles, que se han hecho de sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles; como la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas, la tradición de conquista y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encara y desviarla; como su decoro de república pone a la América del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril o la arrogancia ostentosa o la discordia parricida de nuestra América, el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.
No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la Historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!.

La Doctrina Monroe: Su Significado y Aplicación Durante el Siglo XIX

La Doctrina Monroe es sin duda uno de los grandes temas de la historia de las Relaciones Internacionales del continente americano. Originalmente fue parte del mensaje anual del presidente norteamericano James Monroe al Congreso de los Estados Unidos del 2 de diciembre de 1823; con el tiempo se convirtió en parte fundamental de la política exterior norteamericana. Mucho de su significado descansa en el hecho de que su esencia fue por más de cien años una parte integral del pensamiento norteamericano.1 El mensaje articuló ideas ya bien establecidas en la política exterior de los Estados Unidos. La idea de la separación geográfica, política, económica y social del Nuevo Mundo con respecto al Viejo, destacando los diferentes intereses americanos, datan de antes de la independencia norteamericana; los principios de Monroe complementaron el arraigado aislacionismo (Krieger 1993).
Sin embargo, la declaración de Monroe fue ignorada en gran medida como una guía política durante gran parte del siglo XIX, período de debilidad militar y preocupaciones internas en los Estados Unidos. No sería hasta finales de dicho siglo, con el posicionamiento de Norteamérica con el status de gran potencia, cuando la Doctrina Monroe se convierte en la piedra angular de la política exterior norteamericana.
Este artículo tiene como propósito describir el contexto histórico en el que nace la que será conocida como Doctrina Monroe, la situación a la que responde y su muy arbitraria aplicación durante el siglo XIX.
En 1815 Napoleón Bonaparte es definitivamente derrotado por una alianza de potencias europeas entre las que destacan Inglaterra, Rusia, Prusia y Austria. A consecuencia de estos eventos, se reúnen los vencedores en un congreso, en la capital del imperio austriaco, para Restaurar la Europa pre revolucionaria y firmar la Paz de Viena. Es a partir de entonces que los Estados Unidos deciden volver la espalda al Atlántico, manifestando abiertamente su rechazo hacia las políticas europeas (Eliot, et al 1980).
Por su parte, los europeos establecerán un nuevo sistema de congresos que garantizaría la paz en el continente; se trataba de un procedimiento colectivo para resolver problemas y garantizar la aplicación de acuerdos (Pereira 2001). Este Sistema de Congresos empieza a funcionar en 1818. En el cuarto de ellos, celebrado en Verona -de octubre a noviembre de 1822- España será el tema prioritario por haber triunfado en este país un gobierno liberal, la mayor amenaza a los ojos de los líderes de la Restauración. Francia está decidida a intervenir para derrocarlo y obtiene el apoyo de las demás potencias, a excepción de la Gran Bretaña que se opone radicalmente. En el acta final del Congreso de Verona se aprueba la intervención armada de Francia en nombre de la Alianza. Como resultado de estas acciones, el 7 de abril de 1823 Fernando VII es restituido como monarca absoluto.
Inglaterra verá con temor estos acontecimientos; las potencias de la Santa Alianza podrían apoyar a España en la recuperación de sus colonias en América, envueltas por entonces en guerras de independencia. Esto perjudicaría el rentable comercio que los británicos habían establecido con ellas desde el inicio del proceso independentista (Pereira 2001). Por ello, ofrecen a Estados Unidos la elaboración de una declaración conjunta de oposición contra la intervención europea en América.
Al mismo tiempo, Rusia estaba haciendo avanzar sus puestos comerciales desde Alaska, hacia el Sur, hasta la bahía de San Francisco. En Septiembre de 1821, el zar Alejandro I emitió un úkase por el cual extendía Alaska hasta la latitud 51° N, muy adentro de la zona de Óregon, y declaraba mare clausum desde ahí hasta el estrecho de Bering. (Eliot, et al 1980)
Si bien los norteamericanos se negaron a aceptar la fórmula de una declaración conjunta con Inglaterra, el día 2 de diciembre de 1823, James Monroe, presidente de los Estados Unidos, presenta en su discurso anual algunos pasajes sobre relaciones exteriores que dejarán clara la posición de los Estados Unidos en política exterior. Resumiendo la Doctrina en las palabras del presidente:
a) "Los continentes americanos... no podrán considerarse ya como campo de futura colonización por ninguna potencia europea."
b) "El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente distinto... del de los Estados Unidos de América. Considerando todo intento de su parte por extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligroso para nuestra paz y seguridad."
c) "No nos hemos entrometido ni hemos de entrometernos con las actuales colonias o dependencias de ninguna potencia europea."
d) "Nunca hemos intervenido en las guerras de las potencias europeas sobre cuestiones concernientes a ellas, ni se aviene a nuestra política hacerlo."(Eliot, et Al 1980, 239)
"América para los americanos" es el lema que, para muchos, resume los principios de Monroe. Aunque el discurso fue bien acogido por la opinión pública, fueron pocas las personas que apreciaron su verdadero significado.
Los motivos por los cuales los Estados Unidos rechazaron la propuesta británica de una declaración conjunta, dejan clara su significación: si bien esta negativa se debió en parte a que los norteamericanos querían evitar echar todo el peso de los Estados Unidos en la balanza del poder británico (que era precisamente lo que buscaban los ingleses), mucho más importante fue que Canning, ministro inglés, proponía que ambos bandos se comprometieran a no adquirir ninguna parte de la América española. Tal compromiso podría resultar un inconveniente en caso de que Cuba, aún española, votara por unirse a los Estados Unidos (Eliot, et Al 1980). En otras palabras, Inglaterra podría pretender frenar el expansionismo norteamericano (Renouvin 1998).
En efecto, desde sus inicios los Estados Unidos buscaron la expansión en el continente americano "con extraordinaria fijeza de propósito". Antes de terminar el siglo XVIII habían firmado una serie de tratados para fijar los límites con Canadá y la Florida en su favor; habían abierto el río Mississippi al comercio norteamericano y empezaron a establecer intereses comerciales en las Indias Occidentales británicas. Esta primera etapa culminó en 1803 con la compra a Francia de la Louisiana, que dio a la joven nación un inmenso territorio sin fronteras definidas al oeste del Mississippi, así como reclamaciones de territorios españoles de Florida y de Texas.2 La expansión territorial a través de la América del Norte, particularmente su avance hacia el Oeste, era considerada un asunto exclusivamente interno, y no una cuestión de política exterior. Era considerada "Destino Manifiesto" (Eliot, et al 1980). Como consecuencia, durante el siglo XIX, la política exterior de los Estados Unidos fue básicamente natural: realizar el Destino Manifiesto del país, y evitar mantenerse libres de compromisos en ultramar. (Eliot, et al 1980)
Así, ante la amenaza de una posible incursión de la Santa Alianza en América, la Doctrina Monroe convertía en un foso protector al océano Atlántico. Si hasta entonces, la regla fundamental de la política exterior norteamericana había sido que los Estados Unidos no se dejarían enredar en las luchas europeas por el poder, la Doctrina Monroe daba el siguiente paso al declarar que Europa no debía inmiscuirse en los asuntos de América. "Y la idea de Monroe de lo que constituía los asuntos americanos de todo el hemisferio occidental era realmente expansiva." (Eliot, et al 1980)
Además, esta doctrina anunciaba audazmente que los Estados Unidos estarían incluso dispuestos a ir a la guerra para sostener la inviolabilidad del continente americano porque considerarían toda extensión del poder europeo, en cualquier parte del hemisferio, una amenaza para la paz y la seguridad.
De esta manera era como los Estados Unidos daban la espalda a Europa y se otorgaban la libertad de extenderse por el continente. Así, la nueva nación, al amparo de la doctrina Monroe, podía aplicar políticas muy cercanas a las de los monarcas europeos de su tiempo: extender su comercio y su influencia, anexarse territorios y, en suma, convertirse en una gran potencia. Es también de notar que "Nunca chocaron el afán de expansión de los Estados Unidos y su creencia de que constituían un país más puro y de mejores principios que ninguno de Europa. Como no consideraban política exterior su expansión, los Estados Unidos pudieron valerse de su fuerza para imponerse -sobre los indios, sobre México y en Texas- y hacerlo con la conciencia tranquila. En pocas palabras, la política exterior de los Estados Unidos consistiría en no tener política exterior." (Eliot, et al 1980).

No obstante el carácter unilateral de las declaraciones del entonces presidente Monroe, los ingleses ofrecieron su apoyo a la doctrina con los cañones de la Marina Real. A pesar de que era una clara advertencia a las potencias europeas para que se mantuviesen fuera de América, el mensaje no era para ellos; su respuesta fue apoyar una causa que a ellos también les beneficiaba. De hecho, era la Marina Real británica la que protegía a los Estados Unidos contra ataques de potencias europeas. Así es, a pesar de su creciente poder en la escena internacional, particularmente en la regional, los Estados Unidos comenzaron a construir su armada hasta 1880.3
Aunque la Gran Bretaña servía como protectora de los Estados Unidos -el cordón sanitario impuesto por la marina británica fue mucho más efectivo que la Doctrina Monroe para separar el Viejo Mundo del Nuevo- (Kennedy 1992), los norteamericanos no la consideraban así; al contrario, era para ellos el mayor desafío a sus intereses y la única amenaza a su prosperidad futura. Sin embargo, la guerra entre ambos países era muy poco probable: la exportación de capital y artículos manufacturados británicos a Norteamérica y la importación por Gran Bretaña de materias primas estadounidenses (especialmente algodón) unían más que nunca a las dos economías (Kennedy 1992). Además, los Estados Unidos estaban seguros de que, en caso de crisis, podrían contar con la potencia europea ya que sus intereses eran idénticos a los de ellos y su potencia naval bastaría para impedir cualquier tentativa de intervención (Renouvin 1998). A pesar de todo esto, no es de sorprender que, en los últimos años del siglo XIX, cuando los norteamericanos empezaron a inclinar la balanza de poder a su favor (al menos en el continente americano), se propusieron anular la influencia británica invocando precisamente la Doctrina Monroe (Kissinger 1994). A partir de 1897, los Estados Unidos comenzaron a desplazar a la influencia inglesa del área del Caribe y del norte de Sudamérica (Boesner 1982).
La primera aplicación clara y directa de la Doctrina Monroe la encontramos en la anexión de Texas a los Estados Unidos. Polk fue el primer presidente que apeló a los principios de Monroe, dándoles tal nombre. Efectivamente, justificó los hechos utilizando como argumento el peligro que significaba para los Estados Unidos el que el Estado independiente de Texas se aliara o se convirtiera en la dependencia de una nación extranjera más poderosa, convirtiéndose así en una amenaza para la seguridad norteamericana.
Sin embargo, el mismo presidente Polk adopta una actitud muy diferente en relación con los acontecimientos en la desembocadura del Río de la Plata, en donde Francia y Gran Bretaña establecieron un plan conjunto de intervención armada. Polk distingue entre una iniciativa europea, cuyo objetivo fuese una expansión territorial, y la que atentara a la soberanía de un Estado americano. En el primer caso, los Estados Unidos harían todo lo posible para impedirlo; en el segundo, no permanecerían indiferentes. Con esta distinción, el presidente norteamericano limitaba, implícitamente, el campo de aplicación de la Doctrina Monroe a las regiones en que la Unión poseía intereses vitales (Renouvin 1998). Esto explica por qué, a lo largo del siglo XIX, hubo muchas contravenciones de la Doctrina Monroe que suscitaron poca o ninguna reacción estadounidense, pese incluso a que los países afectados solicitaron su intervención invocando esta doctrina. Como ejemplos podemos mencionar cuando Gran Bretaña extendió sus posesiones en Belice e islas de la Bahía (1830, 1840-41, 1852); cuando ocupó las islas Malvinas (1833); cuando consolidó su protectorado en Mosquitia, el río San Juan y la isla del Tigre en Nicaragua (1835-1849); cuando intervino junto con Francia en la región del Río de la Plata (1838-1850), buscando imponer la libertad de navegación y comercio contra la oposición del dictador argentino Juan Manuel Rosas y cuando Francia ocupó Veracruz (1838) (Boesner 1982).
La Guerra de Secesión ofreció a Europa la posibilidad de volver a desempeñar un papel activo en el continente americano. La aplicación de la doctrina Monroe se hallaba en suspenso, e incluso la existencia de los Estados Unidos como tal estaba amenazada. Pruebas de ello son, por una parte la intervención francesa en México y la imposición de Maximiliano como emperador para favorecer el establecimiento de una zona de influencia, (tan anhelada por Napoleón III) en dicho territorio (Renouvin 1998).Y por otra, la ocupación española en tierra dominicana en el año de 1861. Para entonces los Estados Unidos ya se encontraban en plena crisis secesionista y estaban en mala postura para invocar la Doctrina Monroe (Boesner 1982).
Si durante la Guerra de Secesión, se interrumpió el interés expansionista, no sería por mucho tiempo. En 1868 el presidente Andrew Johnson justificó nuevamente la expansión por medio de la Doctrina Monroe, esta vez con la compra de Alaska al zar de Rusia.
Algunos años después, de conformidad con la idea de que el Caribe y Centroamérica formaban parte de la esfera de influencia exclusiva de los Estados Unidos, el presidente Rutherford Hayes enunció en el año 1889 un corolario a la Doctrina Monroe: "Para evitar la injerencia de imperialismos extra continentales en América, los Estados Unidos debían ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoceánico que se construyese." (Boesner 1982, 201-202). Dejaban así las bases de la posterior apropiación del canal de Panamá.
A partir de la década de 1880, el vertiginoso crecimiento del capitalismo norteamericano provocó que los monopolistas triunfantes miraran más allá de las fronteras de su propio país, influyendo sus ideas expansionistas en la política de Washington y en el pensamiento de los norteamericanos, educados en el espíritu del Destino Manifiesto y de la Doctrina Monroe, interpretándola como un llamado para que los Estados Unidos asumieran la protección y el control de las naciones más débiles. La corriente general del espíritu nacional estadounidense se inclinaba hacia una política imperialista (Boesner 1982). La Doctrina Monroe y su aplicación en el continente, en donde la amenaza europea había quedado en el pasado, se adaptará a los nuevos objetivos, pero eso ya pertenece a la historia del siglo XX.
Retomando lo escrito hasta aquí, podemos concluir que, durante el siglo XIX, la defensa de los principios que estableciera el presidente Monroe dependieron mucho más de los intereses de la Gran Bretaña y de su poderosa armada. Estos principios originalmente fueron una declaración de autodefensa y de afirmación del principio de seguridad nacional. Eran una justificación y defensa del expansionismo de los Estados Unidos, objetivo fundamental del Destino Manifiesto. Esta política expansionista, además, no formaba parte de su política exterior ya que era considerada un asunto exclusivamente interno. La doctrina Monroe, por otra parte, fue lo suficientemente maleable para ajustarse a las necesidades del presidente que la utilizaba. Sus principios también fueron defendidos arbitrariamente dependiendo siempre de los intereses norteamericanos en el continente.
Si bien se puede discutir que en sus orígenes este mensaje fuera una mera declaración o que ya la intervención europea había sido conjurada por la amenaza de la armada inglesa, en lo que no cabe duda, y probablemente en esto radique la importancia de la Doctrina Monroe, es que se propuso, y consiguió, levantar la bandera de la política exterior norteamericana ante el mundo, y plantarla tan firmemente en la conciencia nacional norteamericana, que ningún presidente posterior se atreviese a arriarla (Eliot, et al 1980).


Rocío Casanueva de Diego






FUENTE:http://www.uia.mx/departamentos/dpt_estudinterna/dialogo/anticuario/doctrina%20monroe.html